El
concepto de marca ha cambiando radicalmente en las últimas décadas. Antes, una
marca estaba lejos de comunicarse con el cliente. Era un nombre que
identificaba a productos innovadores o dominantes en el mercado como Coca-Cola,
General Electric, Singer, Polaroid entre otras.
Hoy
la marca no representa un producto o servicio. Hoy representa las expectativas,
aspiraciones, anhelos y afectos de las personas; poseen personalidad y carácter,
elementos emocionales que generan valor. Son un activo constante en la economía,
y su valor se mide en la percepción de sus stakeholders: la aceptación, lealtad
y respeto que tengan por la marca.
La
reciente experiencia de GAP nos recuerda que el valor del feedback no se puede
subestimar. Vivimos tiempos de avances tecnológicos importantes: la
comunicación se sucede en tiempo real dónde es relevante todo lo que se dice,
todo lo que se oye; la comunicación es el nuevo poder.
En este caso, han salido muchas voces de expertos y
no expertos a juzgar o a defender a GAP por su nueva propuesta de imagen de
marca. Desde la perspectiva del diseño gráfico: que la helvética es muy
antigua, muy clásica, pasando por la reputación de la marca: calificar la
propuesta como crisis de reputación.
Pero sí, es una crisis, pero de comunicación. Credibilidad,
prestigio, respeto y lealtad a GAP le sobra, de no ser así, no hubiera tenido
el impacto en las redes sociales que vemos hoy. Así que hay que ponernos a la
tarea de analizar este importante hecho para crecer y aportar cada día más a la
gestión de las marcas.
1. El diseño gráfico
no es superior a la marca.
En
Foroalfa se publicó un artículo de Carlos Venancio “las
marcas tienen sus propios enemigos íntimos” que nos aporta un enfoque muy
interesante sobre la posición del diseñador frente a las marcas. Analiza el
porqué muchas veces no es la calidad del diseño lo que hace definitivo el éxito
de una marca.
Venancio
señala: “Este éxito, naturalmente involucra un análisis de los diferentes
discursos a los que deberá dar respuesta el sistema, es decir: cómo es capaz de
hablarle a diferentes audiencias en el tono que requieren y, lo más importante,
que dichas audiencias lo entiendan, adopten e, idealmente, deseen.”
La
labor del diseñador no es imponer sus criterios basado en las últimas
tendencias y menos aún, apoyados en el ego que se desborda por ser creativos. Debe
comprometerse como un impulsador de la marca a través de la comunicación visual
de la promesa de la marca.
El
profesionalismo del diseñador se evidencia en su capacidad de interpretar y
conceptualizar coherente y gráficamente, la promesa de la marca y las
expectativas de su público. Debe contar con la habilidad de adaptarse a las
necesidades de sus clientes apoyándose en la ética, el respeto y los valores
sociales, como un individuo que forma parte de la sociedad y es socialmente
responsable.
2. Renovación es más
que diseño
Aún
hoy existen marcas que conservan sus antiguos logos, nada que ver con las
nuevas tipografías, líneas dinámicas y paletas de color especializadas, pero
que se mantienen tan vigentes o más que el primer día. Y hay otras que ven en la
oportunidad de renovar su marca, el inicio de una nueva etapa de reconocimiento
comercial que atraiga el interés de nuevos consumidores.
Venancio
habla del efecto aburrimiento como un síntoma por el cual se guían los
responsables de la marca para realizar acciones de renovación “El
aburrimiento debilita, enferma y puede matar cualquier programa, apresurando
los ciclos, mucho antes de que lleguen a su máximo de rendimiento, provocando
cambios o modificaciones, antes de que las audiencias hayan asimilado los
sistemas y mecanismos de identificación y comunicación”
Desafortunadamente
centran todo su esfuerzo y recursos en la imagen visual y se olvidan del
capital de marca: el reconocimiento del consumidor.
En
el caso de GAP es evidente que presentaba los síntomas del aburrimiento. Seguramente
no se sentían muy innovadores, no había un cliente interno motivado, así que
culparon a la marca sin considerar el capital forjado por el reconocimiento de
sus stakeholders. Lo hicieron al revés; miraron de adentro hacia fuera.
Creer
que los productos sostienen a la marca, ocuparse de lo que la competencia hace
o deja de hacer, dejarse arrollar por las tendencias así no apliquen a la
marca, pueden ser los detonantes que llevan a tomar una mala decisión en la
gestión de la marca.
En
el caso de GAP sencillamente estaban cambiando la esencia de la marca, desechando
los afectos de sus clientes, como si lo único que a ellos les importara, fuera la
siguiente colección.
3. Los clientes no son
elementos dentro de nuestra estrategia de marketing, son el objetivo
Es
necesario escuchar lo que el cliente tiene que decir. Es el dueño de la marca y
tiene el poder de decidir sobre su futuro: está diseñada por y para él y él
paga por ella.
Hablamos
continuamente de la comunicación y el marketing 2.0 pero seguimos desarrollando
nuestro trabajo con la mentalidad comercial del siglo pasado; dónde el cliente
compraba lo que queríamos que comprara, pensaba lo que queríamos que pensara y
pagaba sin musitar palabra.
Las
marcas son creadas para el consumidor. Las estrategias de comunicación tienen
el objetivo de enamorarlo, de hacerlo un seguidor de ellas. Le informamos a
través del marketing que la marca le pertenece. Lo mínimo que podemos esperar,
es contar con el dueño para cualquier cambio que queramos hacer.
4. La tecnología es
una herramienta no un obstáculo.
He
escuchado muchas voces que han salido a lamentarse por el derecho a opinar que
conceden las redes sociales con calificativos para los clientes como
narcisistas, necesitados de liderazgo, instigadores, porque se han atrevido a
tomarse el derecho de opinar sobre lo que les pertenece, les dimos ese poder.
Ha
llegado el momento de aprender a escuchar y no ver las críticas como obstáculos
insalvables y a los clientes como enemigos. Si de algo han servido las redes
sociales, es para hacer un buen estudio de mercado. Por qué bajan las ventas,
por qué se va a la competencia, nos da ideas para innovar, es una fuente de
información inagotable y en tiempo real; una herramienta de la que hace unos
años no disponíamos.
El
consumidor es quién posiciona las marcas. Cómo y por qué lo hace, ahora es posible
saberlo gracias a la tecnología. En las redes sociales se expresan sin tapujos,
son realmente auténticos. El proceso de renovación de las marcas tiene su
inicio en las redes sociales.
5. La marca se
gestiona todos los días y sin limitaciones.
GAP
ha mostrado ser una marca que le pertenece a sus consumidores. La respuesta ha
sido inmediata; no pasó una semana desde el lanzamiento del nuevo logo, para
que GAP saliera a comunicar que había cometido un error. Una marca con tanta
humildad inspira respeto. Ignoró la millonaria inversión que realizó en el rebranding
y la afectación de sus acciones en la bolsa.
Oficialmente
se comunicó con sus clientes para decirles que lo más importante eran ellos y
sus opiniones, y la decisión final era de ellos, no de sus creativos, ni
siquiera del brand manager, solo de ellos porque sencillamente la marca les
pertenece.
Esto
crea un efecto muy positivo cuando el cliente es escuchado y respetado. Promueve
la lealtad y el respeto por la marca, acrecentando el número de seguidores de
la marca.
Sus
signos gráficos como el cambio de un color (para el caso de GAP reclamaron el fondo
azul) el tamaño del empaque, su estrategia de ventas, su publicidad, sus
empleados, sus instalaciones, su labor social, sus modelos de gestión, todo
hace parte del mismo corazón, la marca.
El
feedback existe, es real, no es un término altamente especializado para darnos
una imagen más profesional y moderna. Todos los que nos dedicamos a la marca
tenemos la obligación de hacer real, vivencial y aplicable esta palabra dentro
de la gestión de la marca.
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