Todos
los días escuchamos innumerables quejas sobre la atención al cliente. Hace
algún tiempo fue divulgado por los medios
la queja de un usuario de servicio de telefonía celular, dónde se podía escuchar y leer el
diálogo completo sostenido entre el usuario y el operador.
Eran
las dos caras de la moneda; por una parte estaba el usuario, que según dejaba
entrever la conversación, perdió rápidamente los estribos (podemos suponer que
tal vez esa no era su primera llamada y ya habían rebosado su paciencia) y por
otra parte el operador, que con una calma pasmosa y una frialdad a toda prueba,
sorteo la situación heredando toda la responsabilidad en la empresa de
telefonía a la cual estaba representando y aparentemente también era ajeno; una
clara evidencia que la solución real del problema no estaba ni estaría en sus
manos.
A
este artículo le titulé la paradoja de la atención al cliente porque
inmediatamente escuché la historia, recordé un artículo de Joan Costa, Consultor español de identidad
corporativa y especialista en comunicación: “... ha llegado al colmo de la
paradoja con la figura del “defensor del cliente”, figura creada y pagada por
la empresa -con lo que se convierte en juez y parte- para que “defienda” a unos
clientes perjudicados por ella misma.”
Y
es que la figura de atención al cliente pasa de una sesión de tortura
sicológica a el paño de lágrimas del consumidor, cuando en realidad debería
ser, y es con la finalidad que se creó, para resolver problemas, aclarar
inquietudes, apoyar logísticamente, guiar didácticamente al cliente, brindar un
soporte sobre un producto o servicio que se ofrece bajo una marca.
El
propósito de esta valiosa herramienta es el feedback. Gestionar la comunicación
con los stakeholders para lograr la fidelización a la marca, cautivar y atraer
nuevos clientes.
El
cliente espera que se le brinde una atención personalizada, especializada y
sobre todo, fiel a la promesa de la marca. Es indispensable que el asesor
conozca el tema, esté empapado de los pormenores de la operación y que tenga
poder de decisión para ofrecer soluciones inmediatas; es todo lo que el cliente
espera y agradece. Recordemos que la carga emocional es la oportunidad para
incrementar el valor de las marcas.
Desafortunadamente,
la experiencia de marca es muy diferente a la esperada por los consumidores:
debe esperar que el operador del call center repita un discurso previamente
aprendido y le haga las mismas preguntas cada vez que le manifieste una
inquietud diferente, porque no están capacitados para escuchar. Es un libreto
aprendido que aparentemente “ahorra costos de operación” de una empresa que se sub
contrata un Outsourcing de atención al cliente.
Este
ahorro de costos, está trayendo más pérdidas que ganancias para las empresas,
es decir para la reputación de la marca. Lo que ahorran en contratar personal
de planta, capacitado en la operación empresarial, en resolución de conflictos
y soporte efectivo, lo están perdiendo en clientes que totalmente insatisfechos
abandona la marca y aplican el voz a voz negativo y altamente efectivo, en un
mundo cada vez más tecnificado en medios de comunicación.
Esto me recuerda a una frase de Albert Einstein:
“Instrumentos maravillosos para fines inciertos son el signo de nuestro
tiempo”. Joan Costa señala en uno de sus escritos con relación a esta frase:
“La comunicación, como estrategia y como instrumento, es neutra -para bien y
para mal-. Por eso debe ser regida por una filosofía y una política que oriente
sus usos y sus fines. Que sea el tejido que vincule a la empresa al servicio de
la sociedad (no sólo al mercado). Que la comprometa con la cultura (no sólo con
el consumo). Que le inspire la conducta ética y el recto proceder (no sólo al
negocio).”
No
importa el tamaño de la empresa si espera el posicionamiento de las marcas. Es
un hecho que debe estar dispuesta a escuchar y valorar la importancia de la
gestión de la estrategia de marca. Los productos/servicios se respaldan en
marcas que esperan la lealtad de las personas, se utilizan por personas y
pensados y desarrollados por personas.
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